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lunes, 30 de julio de 2012

LA LUNA SE DESANGRA. Por Miguel Hernández.

Por Miguel Hernández Valverde.// Y Barranda lo sabe. La tan esperada y deseada circunvalación se ha convertido en el peor enemigo de una población que aun parece grogui  del  efecto devastador que ha ocasionado en el día a día esta infraestructura.

Pero es necesario que se reaccione rápido, y debería ser el propio ayuntamiento en colaboración y coordinación  con  empresarios y asociaciones, quienes lideren iniciativas que frenen la caída libre en la que ha entrado esta importante pedanía de Caravaca.
Y la Luna se queja de que ya nadie la mira, que  no ilumina como antes las noches mágicas de Barranda, a veces piensa que su oscuridad ni siquiera sirve para que se vean mejor otras estrellas, incluso está pensado en irse a vivir a otro barrio, donde sus ojos y su sonrisa eterna sean fielmente admirados.

La Luna se desangra y sólo unos pocos la  cuidan, echan la culpa de su desgracia a la crisis, pero ella, que ha observado desde las alturas  mareas, tempestades, rayos y truenos, no se cansa de gritar que la no es del maldito dinero el foco de sus desgracias, sino del ser humano.

Casi nadie escucha la Luna, nadie traduce lo que está diciendo, muy pocos la ven llorar a plena luz del día, la misma luz que ciega a quienes sólo tienen ojos para tomar decisiones basadas en tablas y números, dando la espalda a la magia y a los sueños que sólo ella es capaz de crear.

Algunos pocos intentan mimarla, cantándole poemas y fandangos al oído, se reúnen en torno a la luz de su Luna, hablan de aquellas historias encontradas y de noches de colores. Pero saben que la Luna ha empezado a llenar su maleta con el equipaje de viaje, y sólo tiene billete de ida, de nosotros depende comprarle el billete de vuelta, por si algún día quiere volver a iluminar las noches del noroeste murciano.

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