
Pedalear durante ochocientos kilómetros, atravesar cinco comunidades autónomas y 60 pueblos... ¿No le pareció una idea descabellada hacer el camino que separa Puente de la Reina y Caravaca?
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Celso Bañón, junto a su bicicleta, con la que realizó el recorrido. Foto E.SOLER |
Inicialmente, por qué no decirlo, el proyecto me pareció bastante descabellado, y de una gran envergadura, pero supe que se estaba gestando un gran proyecto, Fue un trabajo arduo y difícil de llevar a cabo.
Finalmente también participó en la señalización de parte del camino...
Hace un año estuve señalizando parte de este recorrido, desde Villatoya hasta Jumilla. Eran los meses de recogida de las cosechas, con caminos agradables y refrescantes en algunos tramos, pero en otros duros y polvorientos, en los que divisar un pueblo en la lejanía suponía un alivio.
¿Fue entonces cuando decidió emprender su particular aventura?
La idea inicial era realizarlo junto con un amigo a principios de mayo. El proyecto se fue atrasando hasta junio por una lesión de mi compañero, que finalmente me dijo que no podía acompañarme. Así que opté por realizarlo solo con las ventajas e inconvenientes que supone. Ventajas porque el ir solo conlleva una gran libertad, se puede planificar cada etapa de acuerdo con el estado físico del momento y no hay que depender del compañero ni el compañero depende de ti. Pero los inconvenientes también son importantes: soledad, averías, accidentes... Son momentos en los que el ir solo supone un gran riesgo.
Primero viajó de Valencia hasta Pamplona y de allí hasta el punto de salida. ¿Ya fue duro el inicio del trayecto?
Recuerdo la alegría que me dio el ver la primera señal que indicaba el recorrido del Camino de la Vera Cruz , pero también algo de temor por lo que me depararían las etapas de los siguientes días. Aquel primer día dormí en Tudela, después de recorrer casi 140 kilómetros y estar pedaleando durante más de 13 horas.
¿Qué es lo que más le sorprendió?
Fueron días llenos de sorpresas. Desconocer el trazado y no saber lo que encontraría en los siguientes kilómetros suponía desasosiego, pero también alegría al superar los obstáculos que encontraba. Recorrí caminos, parajes, pueblos y ciudades que me sorprendieron, tanto por su belleza como por su dureza. Mi amigo inseparable fue el GPS, que me indicaba en todo momento el camino a recorrer.
¿Qué sintió cuando vio la Basílica después de ocho días pedaleando?
Supuso una gran alegría y satisfacción terminar este recorrido. Ha sido una experiencia dura y muy gratificante, y desearía que en el futuro fuera un gran camino a recorrer por peregrinos y personas que buscan retos deportivos y formas de conocimiento cultural y personal.
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