Por Miguel Hernández Valverde.// Y Barranda lo sabe. La tan esperada y deseada circunvalación se ha convertido en el peor enemigo de una población que aun parece grogui del efecto devastador que ha ocasionado en el día a día esta infraestructura.
Pero es necesario que se reaccione rápido, y debería ser el propio ayuntamiento en colaboración y coordinación con empresarios y asociaciones, quienes lideren iniciativas que frenen la caída libre en la que ha entrado esta importante pedanía de Caravaca.
Y la Luna se queja de que ya nadie la mira, que no ilumina como antes las noches mágicas de Barranda, a veces piensa que su oscuridad ni siquiera sirve para que se vean mejor otras estrellas, incluso está pensado en irse a vivir a otro barrio, donde sus ojos y su sonrisa eterna sean fielmente admirados.
Casi nadie escucha la Luna , nadie traduce lo que está diciendo, muy pocos la ven llorar a plena luz del día, la misma luz que ciega a quienes sólo tienen ojos para tomar decisiones basadas en tablas y números, dando la espalda a la magia y a los sueños que sólo ella es capaz de crear.
Algunos pocos intentan mimarla, cantándole poemas y fandangos al oído, se reúnen en torno a la luz de su Luna, hablan de aquellas historias encontradas y de noches de colores. Pero saben que la Luna ha empezado a llenar su maleta con el equipaje de viaje, y sólo tiene billete de ida, de nosotros depende comprarle el billete de vuelta, por si algún día quiere volver a iluminar las noches del noroeste murciano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario